Lissete

Partes:
Primera

Yo tengo 18 años y mi mamá tiene 37. A mi edad, ella ya estaba embarazada de mí, que soy la primera de siete hermanos. Ella llegó hasta el cuarto de primaria, luego se tuvo que poner a trabajar cuando todavía era una niña. Terminó la primaria años después, con el INEA, estudiando en las noches junto conmigo y pidiéndome ayuda con las tareas más difíciles, porqué yo en ese entonces ya frecuentaba la secundaria. En el programa de El Puente de Esperanza I.A.P., yo entré gracias a ella. Cuando hace tres años hice las pruebas de admisión al Puente y resulté idónea, mi papá no estaba nada contento de dejarme ir: estaba preocupado que me pudiera pasar algo en la ciudad y sentía que estaba muy joven para ir a vivir lejos de la familia. Mi mamá insistió. Habló de estudio, de responsabilidad, de futuro, de oportunidades, de un mundo más grande fuera de San Ildefonso, de trenes que pasan por tu camino una vez en la vida y que hay que agarrar. Fue firme. Y al final lo convenció. Hoy llevo tres años en Querétaro y puedo afirmar que cuando ingresas al programa del Puente, dos aspectos son fundamentales para que logres tus objetivos y no te rindas frente a las dificultades: tu perseverancia y el apoyo de tus papás. Mis papás (ambos, ahora sí!) en estos años me han alentado a dar el máximo, a resistir cuando la nostalgia de mi casa me ponía triste y sentía que no podía con las responsabilidades de la escuela.

Mis padres nunca me dijeron “¡vuelve al nido mi niña, aquí te cuidamos!” cuando tuve momentos complicados lejos de ellos, nunca cedieron y nunca me permitieron que cediera yo, sino que siempre me repitieron que yo podía y que el Puente era una gran oportunidad. Y de verdad lo es: hace dos semanas me gradué de bachillerato. Ese día mis padres vinieron a Querétaro llenos de orgullo, para vivir conmigo este gran logro, para compartirlo con la familia del Puente y celebrar a la primera graduada de la familia.

Lissete, 18 años. Graduada el sábado 15 de junio de 2019
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Lissete

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Primera

Yo tengo 18 años y mi mamá tiene 37. A mi edad, ella ya estaba embarazada de mí, que soy la primera de siete hermanos. Ella llegó hasta el cuarto de primaria, luego se tuvo que poner a trabajar cuando todavía era una niña. Terminó la primaria años después, con el INEA, estudiando en las noches junto conmigo y pidiéndome ayuda con las tareas más difíciles, porqué yo en ese entonces ya frecuentaba la secundaria. En el programa de El Puente de Esperanza I.A.P., yo entré gracias a ella. Cuando hace tres años hice las pruebas de admisión al Puente y resulté idónea, mi papá no estaba nada contento de dejarme ir: estaba preocupado que me pudiera pasar algo en la ciudad y sentía que estaba muy joven para ir a vivir lejos de la familia. Mi mamá insistió. Habló de estudio, de responsabilidad, de futuro, de oportunidades, de un mundo más grande fuera de San Ildefonso, de trenes que pasan por tu camino una vez en la vida y que hay que agarrar. Fue firme. Y al final lo convenció. Hoy llevo tres años en Querétaro y puedo afirmar que cuando ingresas al programa del Puente, dos aspectos son fundamentales para que logres tus objetivos y no te rindas frente a las dificultades: tu perseverancia y el apoyo de tus papás. Mis papás (ambos, ahora sí!) en estos años me han alentado a dar el máximo, a resistir cuando la nostalgia de mi casa me ponía triste y sentía que no podía con las responsabilidades de la escuela.

Mis padres nunca me dijeron “¡vuelve al nido mi niña, aquí te cuidamos!” cuando tuve momentos complicados lejos de ellos, nunca cedieron y nunca me permitieron que cediera yo, sino que siempre me repitieron que yo podía y que el Puente era una gran oportunidad. Y de verdad lo es: hace dos semanas me gradué de bachillerato. Ese día mis padres vinieron a Querétaro llenos de orgullo, para vivir conmigo este gran logro, para compartirlo con la familia del Puente y celebrar a la primera graduada de la familia.

Lissete, 18 años. Graduada el sábado 15 de junio de 2019
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